Crónica:
Venezuela: Se acerca el fin del populismo Chavista.
El pasado
jueves 20 de octubre, el chavismo terminó de concretar una decisión que había
tomado hace tiempo. Cayó la última condición que lo ubicaba como un
autoritarismo electoral, una definición contemporánea que hace referencia al
avasallamiento de gran parte de las instituciones democráticas, pero
manteniendo la celebración de elecciones periódicas. Ahora Venezuela no es más
que un autoritarismo a secas, ya que la decisión del chavismo ha sido dejar en
el limbo la celebración de elecciones, que—por cierto—perdería ampliamente
según todas las encuestas. Con esa decisión, cierra la puerta a una transición
política democrática en el corto plazo.
Cinco
tribunales regionales, de carácter penal (sin competencia sobre el ámbito
electoral), anunciaron al unísono lo que ya era esperado por millones de
venezolanos: el régimen de Nicolás Maduro le cerró el paso al referendo
revocatorio, en un momento en que tres de cada cuatro venezolanos votaría por
recortar su mandato para que deje la presidencia este año, según la firma Datanálisis.
Dinamitar el
puente que le brindaba una salida democrática del poder, como lo era el
referendo revocatorio y dejarlo en el limbo, sin fecha de realización ni en
2016 ni en 2017, no es una decisión aislada. Dos días antes de las acciones
judiciales, cuyas sentencias no difundieron los jueces sino los gobernadores
chavistas de los cinco estados (provincias), ya el Consejo Nacional Electoral
había diferido—sin explicación alguna—las elecciones regionales para el año
próximo, pese a que constitucionalmente correspondían a este diciembre de 2016.
Venezuela,
es una “olla de presión con todas las válvulas tapadas.” Y con la última
decisión, el chavismo no deja abierta ninguna puerta para la transición.
La alianza
opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), en respuesta a las decisiones
judiciales y del CNE de no celebrar el referendo revocatorio, denunció un golpe
de Estado. Los opositores han dicho que harán presión interna, con protestas en
las calles, y presión internacional—principalmente ante la Organización de
Estados Americanos (OEA)—para “restituir
la constitución.”
Visto en
retrospectiva, durante todo 2016 se sumaron en Venezuela diversas señales de
que el chavismo terminaría saltándose el marco constitucional
que—paradójicamente—hizo aprobar Hugo Chávez en 1999.
El poder
ejecutivo, con Maduro a la cabeza, se ha apoyado en los magistrados del
Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que designó sin cumplir con las
credenciales que establece la constitución para esa tarea. También encontró
Maduro una alianza clave en las cuatro rectoras del poder electoral, quienes
han aplastado al rector independiente para imponer la agenda del gobierno y
postergar las elecciones de gobernadores.
El TSJ ha
dictado más de dos docenas de sentencias, entre enero y julio de este año, para
dejar sin efecto las decisiones de la Asamblea Nacional, que está dominada
ampliamente por la oposición desde que la MUD venciera en las urnas al chavismo
el 6 de diciembre de 2015. Al asfixiar a la Asamblea Nacional, el chavismo
sencillamente está desconociendo la voluntad popular.
![](https://cnnespanol2.files.wordpress.com/2016/08/160804131304-venezuela-protest-full-1693.jpg?quality=90&strip=all&w=1200)
La última
decisión tomada por el TSJ, que echó a un lado la letra constitucional, le dio
potestad a Maduro para saltarse la presentación y discusión del presupuesto de
la nación en el seno del Parlamento. Éste es quizás uno de los hechos más
graves en la larga lista de acciones desinstitucionalizantes llevadas a cabo
por el chavismo en Venezuela.
La supresión
de la ruta electoral se oficializó este 20 de octubre, pero se trata de un
asunto que ya el chavismo venía develando ante la opinión pública. El 4 de
octubre, en su programa de televisión “En contacto con Maduro,” el presidente
venezolano abiertamente dijo que no se celebrarían elecciones ni el referéndum
ni en este año 2016 ni en el año 2017, ya que la prioridad del país es hacer
frente a la crisis económica.
También
parece Maduro prepararse para esta nueva etapa en el plano discursivo. Por
ejemplo, ya ha comenzado a decir que su gobierno en Venezuela es una “dicta-pueblo”, en lugar de dictadura, en clara referencia a
las acusaciones que ha hecho la oposición y al carácter que ahora toma su
régimen.
![](https://img1.steemit.com/0x0/http://cde.peru21.pe/ima/0/0/1/1/9/119230.jpg)
¿Qué pasará
en Venezuela ahora? No hay una respuesta cierta. El país camina sobre la
incertidumbre. Lo que sí parece claro es que por ahora no se celebrarán
elecciones, y ello implica un cambio sustantivo en la naturaleza del régimen
autoritario de Maduro. El que no nos sorprenda no le resta gravedad.
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