lunes, 14 de noviembre de 2016




Perfil:

Venezolanos en Argentina: Una realidad que crece


 Leche, aceite o jabón son algunos de los productos de primera necesidad que cuestan conseguir en Venezuela. Todo venezolano que sale de su país, vuelve con una valija llena de insumos básicos. Pero el problema es que muchos de los que salen no vuelven. Y no porque no quieran.  En 2016, la cantidad de venezolanos que se radicó en la Argentina se duplicó en comparación con 2014. De 220 residencias resueltas por mes en la Dirección Nacional de Migraciones pasaron a 483 mensuales al año siguiente. El crecimiento del 120% entre 2014 y 2015 se tradujo en 5.798 venezolanos que llegaron y se afincaron en el país el año pasado en busca de una mejor calidad de vida. "No es que el venezolano quiera emigrar, nos están obligando por las pésimas condiciones en las que vivimos allá", explica Mary Carli Tapia de Zimmermann, venezolana casada con un argentino y residente en nuestro país desde hace unos 8 años. Primero vino de vacaciones y luego se le hizo difícil volver . “Volver es perder libertades, no es una opción”, enfatiza.


En enero, más de 300 venezolanos solicitaron y recibieron el permiso de residencia para vivir en el país; en febrero, en tanto, fueron más de 600 quienes repitieron el procedimiento.

Hace dos meses aproximadamente, Mary volvió al aeropuerto, pero no lo hizo para regresar a su país. Fue al aeropuerto de Córdoba para recibir a su prima. Una semana después fue por dos amigas de ella. “Se pusieron a buscar trabajo al otro día de llegar, de puerta en puerta donde decía ‘se necesita’ cualquier cosa, ahí estaban ellas”, me cuenta Mary.  La experiencia de 10 años que tenía como barman le posibilitó a su prima un trabajo en la barra de un reconocido boliche de Nueva Córdoba. "El profesional en Venezuela no está bien pago, como barman ella gana 3 o 4 veces más que como contadora", cuenta. En donde trabaja tiene dos compañeros venezolanos: un bachero y un cocinero. Los dos esconden títulos de otras profesiones que, al igual que su tierra natal, dejaron atrás.

“El venezolano que se viene llega con la idea de trabajar y de encontrar algo rápido; es como que la misma desesperación que tenemos nos lleva a buscar y buscar hasta conseguir”, explica Mary.  Su prima Sofia, tiene 30 años y es abogada, aunque desde que llegó al país trabaja como recepcionista en un instituto gastronómico. “Por el momento es una oportunidad, pero le gustaría trabajar de lo suyo”, reconoce. Para lograrlo deberá cursar nuevamente la mitad de la carrera o estudiar un posgrado. Todavía no tiene el tiempo ni el dinero necesario para destinar a la profesión que en su país no le permitió independizarse “ni llegar a lo que uno puede lograr acá”.

Tanto Mary, como su prima Sofia y sus dos amigas, Paula y Karen renunciaron a parte de sus familias, profesiones, y costumbres para encontrar algo mejor y, desde acá, satisfacer los pedidos de ayuda de su gente. Mary intenta convencer a su hermano de que siga sus pasos. Él es abogado y no consigue trabajo allá. “Yo estoy súper agradecida con el país: para mí fue la oportunidad de que mis hijos vivan tranquilos”, y deja entrever el motivo por el que quiere sí o sí traer a su hermano. “Yo no sé si fuera de Venezuela saben realmente lo que esta pasando”, dice con tristeza.

Ella cree que la comunidad de venezolanos seguirá creciendo cada vez más, porque las cosas en su país empeoran y porque “la crisis no es algo que se resuelve de hoy para mañana”.

“En los últimos meses he recibido consultas de venezolanos diariamente. Te cuentan lo mal que la están pasando y preguntan cómo hacer para conseguir trabajo en Argentina. Yo siento los mails desesperados de la gente”, explica Mary.


Tanto Mary como sus compatriotas, coinciden en que “acá te dan la bienvenida” y los venezolanos que están allá los escuchan. El ‘boca en boca’ y la relativa facilidad que presenta el trámite de residencia en la Argentina inciden en el crecimiento exponencial que se ve en las estadísticas. Mientras sus mentes y corazones se desgarran por la realidad venezolana, los expatriados viven y adoptan el día a día cordobés. 


Crónica:

Venezuela: Se acerca el fin del populismo Chavista.



El pasado jueves 20 de octubre, el chavismo terminó de concretar una decisión que había tomado hace tiempo. Cayó la última condición que lo ubicaba como un autoritarismo electoral, una definición contemporánea que hace referencia al avasallamiento de gran parte de las instituciones democráticas, pero manteniendo la celebración de elecciones periódicas. Ahora Venezuela no es más que un autoritarismo a secas, ya que la decisión del chavismo ha sido dejar en el limbo la celebración de elecciones, que—por cierto—perdería ampliamente según todas las encuestas. Con esa decisión, cierra la puerta a una transición política democrática en el corto plazo.

Cinco tribunales regionales, de carácter penal (sin competencia sobre el ámbito electoral), anunciaron al unísono lo que ya era esperado por millones de venezolanos: el régimen de Nicolás Maduro le cerró el paso al referendo revocatorio, en un momento en que tres de cada cuatro venezolanos votaría por recortar su mandato para que deje la presidencia este año, según la firma Datanálisis. 


Dinamitar el puente que le brindaba una salida democrática del poder, como lo era el referendo revocatorio y dejarlo en el limbo, sin fecha de realización ni en 2016 ni en 2017, no es una decisión aislada. Dos días antes de las acciones judiciales, cuyas sentencias no difundieron los jueces sino los gobernadores chavistas de los cinco estados (provincias), ya el Consejo Nacional Electoral había diferido—sin explicación alguna—las elecciones regionales para el año próximo, pese a que constitucionalmente correspondían a este diciembre de 2016.

Venezuela, es una “olla de presión con todas las válvulas tapadas.” Y con la última decisión, el chavismo no deja abierta ninguna puerta para la transición.


La alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), en respuesta a las decisiones judiciales y del CNE de no celebrar el referendo revocatorio, denunció un golpe de Estado. Los opositores han dicho que harán presión interna, con protestas en las calles, y presión internacional—principalmente ante la Organización de Estados Americanos (OEA)—para “restituir la constitución.”

Visto en retrospectiva, durante todo 2016 se sumaron en Venezuela diversas señales de que el chavismo terminaría saltándose el marco constitucional que—paradójicamente—hizo aprobar Hugo Chávez en 1999.

El poder ejecutivo, con Maduro a la cabeza, se ha apoyado en los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que designó sin cumplir con las credenciales que establece la constitución para esa tarea. También encontró Maduro una alianza clave en las cuatro rectoras del poder electoral, quienes han aplastado al rector independiente para imponer la agenda del gobierno y postergar las elecciones de gobernadores.

El TSJ ha dictado más de dos docenas de sentencias, entre enero y julio de este año, para dejar sin efecto las decisiones de la Asamblea Nacional, que está dominada ampliamente por la oposición desde que la MUD venciera en las urnas al chavismo el 6 de diciembre de 2015. Al asfixiar a la Asamblea Nacional, el chavismo sencillamente está desconociendo la voluntad popular.


La última decisión tomada por el TSJ, que echó a un lado la letra constitucional, le dio potestad a Maduro para saltarse la presentación y discusión del presupuesto de la nación en el seno del Parlamento. Éste es quizás uno de los hechos más graves en la larga lista de acciones desinstitucionalizantes llevadas a cabo por el chavismo en Venezuela.

La supresión de la ruta electoral se oficializó este 20 de octubre, pero se trata de un asunto que ya el chavismo venía develando ante la opinión pública. El 4 de octubre, en su programa de televisión “En contacto con Maduro,” el presidente venezolano abiertamente dijo que no se celebrarían elecciones ni el referéndum ni en este año 2016 ni en el año 2017, ya que la prioridad del país es hacer frente a la crisis económica.

También parece Maduro prepararse para esta nueva etapa en el plano discursivo. Por ejemplo, ya ha comenzado a decir que su gobierno en Venezuela es una “dicta-pueblo”,  en lugar de dictadura, en clara referencia a las acusaciones que ha hecho la oposición y al carácter que ahora toma su régimen.



¿Qué pasará en Venezuela ahora? No hay una respuesta cierta. El país camina sobre la incertidumbre. Lo que sí parece claro es que por ahora no se celebrarán elecciones, y ello implica un cambio sustantivo en la naturaleza del régimen autoritario de Maduro. El que no nos sorprenda no le resta gravedad.
Columna de opinión:

Maduro usted no es un dictador... ¡Por favor!


"¡Les llegará su hora! Me llamarán dictador, no me importa". Con esta frase el polémico presidente Maduro dio su discurso inflamable contra la prensa escrita de Venezuela. Me voy a tomar  la libertad de darle a este presidente mi opinión personal: yo no creo que sea usted un dictador... ¡Por favor!

Si usted fuera un dictador tendría a todas las empresas expropiadas produciendo por encima de lo que producían cuando las expropiaron. Sus gerentes estarían temblando por entregarle a usted resultados extraordinarios y se pelearían por ganarse su beneplácito. Nadie se atrevería a revender cabillas,  cemento y demás productos regulados. Tendría usted las cadenas de suministro de alimentos, puertos, almacenes, y supermercados del Estado operando a su máxima capacidad. Si usted fuera dictador no habría secuestros ni se cobraría  vacunas a comerciantes y ganaderos en su territorio, no habría delincuencia, no estaría el hampa reinando impunemente en ciudades, rutas y pueblos. Los delincuentes le temieran a las fuerzas del orden público. Si usted fuera dictador, nadie osaría tirar basura en la calle, o a pintar las paredes, o siquiera a pasarse una luz roja. Pero todo eso ocurre en Venezuela, y más.
 A mi juicio, usted simplemente ha demostrado carecer de las competencias pertinentes para ser Presidente de la República, y viéndose abrumado por la anarquía que le dejó su predecesor solo puede jugar a ser poderoso con lo poco de institucional que queda en el país, mientras pasa el tiempo y no se resuelve nada. Usted tiene la actitud de niño un niño con retraso mental, de escuela que, sabiéndose reprobado en todo, opta por descargar su ira con los más pequeños, para intentar ganar a golpes el respeto que nadie le tiene, pero eso no es dictadura, es bullying.
 Yo más bien considero que en este momento usted es el mayor preso político que ha tenido la  historia mundial. Enjaulado como un mono (no por su aspecto físico... bueno, también) en un proceso político que lo tiene rodeado de espinas en todas direcciones, excepto una: La Habana, donde se encuentra un dictador (repulsivo) de verdad. Usted está obligado a manejar este caos tomando decisiones avaladas (o impuestas) por los hermanos Castro y que no contradigan a Chávez. Usted está tan acorralado que no puede ni siquiera devaluar con libertad, con valentía, sino que tiene que ocultarlo, disfrazarlo, y hasta negarlo. Usted debe darle ascenso a militares golpistas para mantenerlos contentos. Usted se ve obligado a inventar guerras imperialistas para poder excusar la falta de resultados. Usted no persigue a la prensa para amedrentar a la disidencia, sino para callar las estadísticas de delincuencia, escasez, corrupción, inflación, y el creciente descontento en la población. Usted tiene una Ley Habilitante todo poderosa, y no ha podido habilitar nada. Usted no está en control. Entonces ¿dónde está el dictador?

Lea "La fiesta del Chivo" de Vargas Llosa, para que se dé cuenta de que usted tiene mucho de Balaguer y nada de Trujillo. Investigue un poco y dígame quién se imaginaría a los presos mandando en las cárceles en el Chile de Pinochet, o bandas de "orejones" intimidando poblados en la España de Franco. Llamarlo dictador a usted, sería una "falta de respeto" para Videla. Imagine grupos de motorizados  en las autopistas en la época de Pérez Jiménez. Es sencillamente impensable.
 En resumen, Maduro, anarquía e ineptitud no es dictadura, sino solo eso, anarquía e ineptitud. Y soberbia, amenazas y evasión de responsabilidad no hace dictadores.


 Despójese de las ataduras políticas, asuma su responsabilidad, reconozca que más del 80% de los venezolanos no quiere comunismo, exíjale resultados a sus ministros y gerentes o sustitúyalos, ponga en cintura a los delincuentes, llene los anaqueles de producción nacional, encarcele a sus corruptos y controle la inflación, solo entonces tendrá el honor de afirmar dignamente que le tiene sin cuidado como lo llamen. Mientras tanto, cualquier título le quedará grande, incluso el de dictador. ¡Por favor!